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DE WICKED LESTER A KISS: LA HISTORIA DE SUS PRIMERAS GRABACIONES.

En 1972 el glam-rock llenaba salas de conciertos, emisoras de radio y tiendas de ropa, con la mirada puesta en la escena inglesa. David Bowie había publicado el icónico «Ziggy Stardust and the spiders from Mars»; Marc Bolan al frente de T. Rex saboreaba el éxito con el maravilloso «The Slider», igual que Slade con su tercer álbum «Slayed?» cargado de hits. En la escena neoyorkina «la banda» eran los New York Dolls, que también habían sacado su primer disco ese mismo año. Eran los más salvajes, rudimentarios y andróginos, y no causaban indiferencia precisamente. Había una intención de volver a la génesis de unos sonidos que se habían vuelto demasiado intrincados con la eficiencia técnica del rock progresivo. A esa inmediatez y urgencia en el mensaje hedonista le sentaban bien tres o cuatro acordes, unas melodías pegadizas y un show visceral.

New York Dolls:

Marc Bolan (T. Rex)

En ese mismo Nueva York un par de desaliñados hijos de refugiados europeos obsesionados con los Beatles y la british invasion planeaban su asalto al mundo del rock en formato de canción perfecta y show explosivo. Sabían lo que querían, pero no cómo conseguirlo. Eran Stanley Bert Eisen y Gene Klein, que muy poco tiempo después cambiarían sus nombres por Paul Stanley y Gene Simmons. Ambos venían de unir fuerzas en la formación Wicked Lester, que grabó un disco para Epic Records que nunca fue publicado. Simmons y Stanley siguieron con lo que ellos veían como una colaboración fructífera, a pesar de su intento fallido con Wicked Lester. Volvieron a re-definir el concepto y las expectativas, añadieron un par de temas compuestos por ellos mismos que les gustaban de aquel proyecto («Love her all I can» y «She») y planearon buscar una banda nueva para poner en práctica todo aquello en lo que habían estado enfocándose en los últimos meses y con los errores aprendidos, tanto a nivel musical como visual.

Pronto dieron con un batería que encajaba bastante con el estilo de temas que estaban componiendo, tuvieron que ensayar mucho para pulir el sonido y la técnica pero con la llegada de George Peter John Criscuola al menos la formación ya tenía una sección rítmica con la que poder trabajar los temas. Stanley era muy consciente de sus limitaciones técnicas con la guitarra, y disfrutaba más componiendo que practicando escalas todo el día. Necesitaban un guitarra solista que llevara su sonido al siguiente nivel, y pusieron un anuncio en el Village Voice que decía: «Guitar player wanted with flash and balls» («se busca guitarrista con brillo y pelotas»). Aparecieron unos cuantos, pero el flechazo fue total cuando un tal Paul Daniel Frehley cogió la guitarra. Después de esa audición se completó la formación original de Kiss que duraría durante el resto de la década: Paul Stanley, Gene Simmons, Peter Criss y Ace Frehley.

La química entre ellos era perfecta en lo musical, aunque en lo personal había grandes abismos a los que se tendrían que enfrentar en años venideros, pero en ese 1972 esas cuestiones eran muy secundarias, y después de unas cuantas semanas ensayando y puliendo el material se veían capaces de hacer su presentación. Justo al año siguiente, el 30 de enero de 1973 en el Coventry Club (antes Popcorn) de Queens, Kiss realizaron su primer concierto; su público: menos de diez personas. El local se convertiría en un frecuente sitio de paso para multitud de bandas de la escena: New York Dolls, Television, The Dictators…

Fue después de ver a una de esas bandas, los New York Dolls de David Johansen y Johnny Thunders, cuando Stanley y Simmons se dieron cuenta de que tenían que echar algo más de carne al asador, y si bien era fundamental trabajar el aspecto musical, la técnica y la arquitectura de una canción, un impacto visual ayudaría a que la gente se fijara en ellos y recordara su concierto (aunque fueran diez personas) con una sonrisa de satisfacción en su cara y un pensamiento en su cabeza: «nunca había visto nada así». Sus sueldos en trabajos estacionarios no les daba para mucho, así que incluso llegaron al punto de diseñar y elaborar su propia ropa. Instintivamente y siguiendo la estela de su cambio de imagen empezaron a usar maquillaje y probar distintos estilos y formas, muchas veces con resultados catastróficos, pero con el tiempo dieron con lo que se sentían más cómodos y empezaron a hacer simbiosis con el personaje que representaban en el escenario.

Debido a sus contactos que hicieron en la etapa de Wicked Lester, intentaron grabar una demo con Eddie Kramer pero sólo consiguieron a su asistente Dave Wittman. Aún así, de esta manera ya tenían demos bastante avanzadas de temas como «Black diamond», «Strutter» o «Deuce». Con la mirada puesta en desarrollar su show y seguir componiendo temas, volvieron a dar conciertos y las reacciones iban siendo mejores. Como banda seguían compactándose y a sus conciertos cada vez acudía más gente, aunque lejos de cifras espectaculares. Un concierto que impactó enormemente a Stanley como espectador en esta época fue el tour de «Billion Dollar Babies» de Alice Cooper, que le volvió a remover las ideas preconcebidas que tenía sobre el uso de la teatralidad en los espectáculos en directo.

Alice Cooper:

A finales de septiembre de 1973, Kiss habían dado dos pasos fundamentales que les servirían de gran ayuda para empezar a hacer realidad sus planes: su asociación con el mánager Bill Aucoin y un contrato discográfico con Neil Bogart de Casablanca Records para grabar su primer disco.

A pesar de mostrar sus preferencias, tampoco consiguieron al productor Eddie Kramer, debido a problemas en el pasado entre él y Neil Bogart, y los productores elegidos fueron Richie Wise y Kenny Kerner; el sitio, Bell Sound Studios, propiedad de la misma compañía dónde trabajaba Neil Bogart justo antes de fundar Casablanca.

Aparte de la experiencia en Wicked Lester, ninguno de ellos tenía mucha experiencia en un estudio de grabación, y en cierto modo se vieron intimidados por el micrófono vacío y por el proceso técnico necesario para conseguir plasmar su música en un formato físico, proceso que desconocían por completo. Sus productores tenían la última palabra en cuanto al sonido, pero las canciones acabarían siendo grabadas tal y como las tenían escritas. No hay muchos efectos, ni infinitas pistas, el disco tiene ese sabor de banda novata que no sabe por dónde está pisando pero que sabe que tiene un repertorio bastante competente.

Muchas de las canciones de su debut son clásicos inmortales de la banda que no han dejado de tocar desde que las crearon hasta sus últimas giras, ya bien entrado el siglo XXI.

El disco quizá no tiene el mejor sonido, pero tiene groove, las canciones son buenas y Ace borda los solos. La portada del disco fue realizada por Joel Brodsky, que había hecho la portada para «Strange days» de los Doors. Simmons y Stanley empujan la máquina pero el resto de la banda todavía compartía el peso. Con esa formación crearon el sonido y el standard de la mejor versión de Kiss, y aunque la mayoría de las composiciones son de la pareja que siempre ha movido los hilos, todos colaboraban para funcionar como un sólido engranaje que en directo siempre demostraba bastante más que en disco.

«Strutter» es uno de esos temas raros en la discografía de Kiss y más habitual en los primeros tiempos de la banda donde Stanley y Simmons juntan ideas diversas para finalizar una canción. Estaba basada en un tema de Paul llamado «Stanley the parrot», pero cobró nueva vida con las aportaciones de Simmons. Algunos de sus temas podían provenir de una idea o un riff que el otro termina añadiendo una letra de otra canción guardada en la recámara. Esa entrada de timbales de Criss es la presentación de uno de los temas más queridos por los seguidores, sencillo pero efectivo, que deja lugar a una progresión de acordes sobre la que Stanley desarrolla una melodía altamente adictiva que habla sobre una mujer muy atractiva que camina por las calles de su ciudad. En efecto, para letras introspectivas ya estaba Dylan.

«Nothin’ to lose» se trata de uno de los mejores temas del Simmons de la primera etapa, con unas armonías vocales muy propias de su estilo, y cuyas voces principales basculan entre Simmons y Criss, que tenía una voz raspada que pegaba muy bien con el conjunto. Ese piano tan rock’n’roll se encarga de hacer el resto, interpretado por el músico y productor Bruce Foster de la banda Shark Frenzy, que al cabo de unos años sería la primera banda en la que ingresaría un joven Richie Sambora, futuro guitarrista de Bon Jovi cuya banda sería telonera de Kiss en giras posteriores. Fue el primer single publicado por la banda, y el único tema que rescataron del primer disco para su reunión en el «Unplugged» de 1995, donde tocaron unos temas juntos después de muchos años.

«Firehouse» es otro tema de Stanley, otro de los favoritos cuya grabación no le hace justicia. Stanley declararía en sucesivas entrevistas que no le gusta la producción del disco. Según él comentaba los productores eran de la vieja escuela de no empujar las señales sonoras hasta el límite por temor a la temida distorsión analógica, y quizá comparado con otras producciones que ya se estaban haciendo para esa época, el disco adolece de un volumen bajo y le falta cierta pegada. «Firehouse» en directo era pura dinamita, uno de los momentos álgidos de los shows de su primera época, con Stanley resolviendo la actuación con un casco de bombero y una sirena sonando en las últimas vueltas del tema.

«Cold gin» es el primer tema que trajo Ace Frehley a Kiss, y aunque el resto de la banda se empeñó en conseguir que su guitarrista la cantase, no hubo manera. «Cold gin» nunca ha salido de los repertorios de Kiss desde que fue grabada. Stanley siempre le ha concedido el crédito a Frehley de ser un guitarrista muy hábil y creativo, pero con muchas inseguridades. Una de ellas era su voz, así que pasarían años hasta que Ace se decidiera a cantar en un disco de Kiss, hasta que grabó «Shock me» para el disco de 1977 «Love Gun». El interludio instrumental central fue idea de Simmons.

«Let me know» es otra colaboración Simmons/Stanley y otro tema rockero y festivo sin pretensiones, un clásico rock’n’roll de la vieja escuela, con Gene y Paul cambiándose alternativamente el rol de cantante principal, lo que daba mucho juego por entonces y después con el tiempo dejarían de hacer. En directo solían alargar mucho más el final y añadirle unas cuantas vueltas de «and then you let me know», aunque no es un tema que se mantuviera en el set-list durante mucho tiempo. En «Alive» de hecho ya no aparece.

«Kissin’ time» fue más bien idea del mánager Bill Aucoin para un evento promocional de una radio local. Es una versión de una canción interpretada en 1959 por Bobby Rydell, de la que la banda no guarda especial recuerdo. Cuestión de opiniones, a mí el tema no me sobra, y termina siendo un divertido tema rockero donde raramente comparten tareas vocales Simmons, Stanley y Peter Criss.

«Deuce» es otro de los clásicos imbatibles de Kiss y reacios a desaparecer del repertorio aunque pasen los años y las giras. El tema es de Simmons aunque Stanley aportó la intro. Stanley ha declarado alguna vez que la idea para la intro se basa en el tema «Go all the way» de The Raspeberries. Fue el tema encargado de abrir un concierto de Kiss durante la gira del primer disco y en muchas ocasiones posteriores, y el tema con el que Kiss probaron por primera vez a Ace Frehley en la audición.

«Love them from kiss» nació como una instrumental que lleva al disco a un momento de jam-session bastante distendida, guiada por unos arreglos sencillos de armonía gracias a las guitarras de Paul Stanley y Ace Frehley.

«100.000 years» nace de las lecturas habituales de Simmons sobre ciencia ficción, pero al final terminó siendo otra colaboración más entre ambos que solía ser fija en los repertorios.

El disco termina con la explosiva «Black diamond», que arranca muy suavemente de la mano de Stanley con su voz y un arpegio de guitarra que parecen indicar que se trata de una balada hasta que Stanley grita «hit it!» («golpéalo!») y arranca un clásico absoluto de la banda, que no falta ni probablemente nunca haya faltado en cualquier concierto suyo. El tema está cantado por Peter Criss, probablemente su mejor registro rockero en cuanto a voces. El tema trata sobre los peligros de la vida en Nueva York, y casi siempre se ha establecido como tema encargado para cerrar un show de Kiss.

«Kiss» fue publicado el 18 de febrero de 1974, casi justo un año después de su primer concierto, y vendió alrededor de 75.000 copias.

Se hizo una fiesta de presentación para el evento en el Hotel Century Plaza para la prensa, ejecutivos y personal de las discográficas, con el resultado de que Warner Bros., encargada para la distribución de Casablanca Records, amenazara con rescindir el contrato a no ser que Kiss accedieran a dejarse el maquillaje y la parafernalia, pero la banda a través de su mánager Bill Aucoin se negó. El contrato fue anulado, pero Kiss siguieron, no sin dificultades, puesto que ninguno de los tres primeros discos lograron el impacto que esperaban. El posterior «Dressed to kill» tendría unos mejores resultados de ventas, pero tuvieron que esperar hasta la publicación del incendiario directo Alive! para cosechar unas ventas que por fin les dieran el status de super estrellas.

En 1977, en plena fiebre Kiss, fue oficialmente certificado disco de oro con unas ventas superiores a 500.000 copias.

Artículo de Pedro Fernández.

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