Después de 50 años, y en la ciudad que les vio nacer, KISS se despidieron de los escenarios con dos conciertos en el Madison Square Garden de Nueva York el 1 y 2 de diciembre.
Los fans no fallaron a este acontecimiento histórico, con KISSmaníacos llegados de todas partes del mundo para llenar el Madison Square Garden las dos noches a pesar del alto precio de las entradas. Y no sólo los fans participaron de esta despedida, sino que la ciudad de Nueva York también despidió a una banda que ha presumido de su origen neoyorquino durante sus 50 años de trayectoria.
El miércoles 29 de noviembre Nueva York despertó con unos repartidores de periódicos ataviados con los maquillajes de KISS mientras repartían una edición especial del New York Post con la portada dedicada a la banda, a la vez que repartían galletas con el logo del grupo, mientras en el subsuelo las máquinas de las estaciones de metro sorprendían a los viajeros con billetes de metro adornados con la foto del grupo, un aperitivo de lo que estaba por venir.
Al día siguiente, una nueva portada del New York Post dedicada al grupo anunciaba que el alcalde Eric Adams había declarado el 30 de noviembre como día oficial de KISS en Nueva York. Ese día la KISS Army ya había tomado las calles de la ciudad, de forma que era muy fácil encontrarte a algún amigo kissero de cualquier parte del mundo mientras paseabas por Nueva York, especialmente en lugares icónicos relacionados con el grupo como el loft de la calle 23 donde hacían sus primeros ensayos, el semáforo de la portada del LP Dressed to Kill, los estudios Electric Ladyland…pero el epicentro de la peregrinación era sin duda el Madison Square Garden, el lugar donde la familia Kissera (porque después de todos estos años la KISS Army se ha constituido una verdadera hermandad) se reencontraba y se fundía en abrazos en unas jornadas a la vez de celebración y de despedida.
Cerca del Madison Square Garden se abrió además una tienda especial (Pop-up store) para vender merchan exclusivo de los conciertos de despedida (camisetas, bufandas, gorras, monedas conmemorativas, banderines…) y que además contenía en su interior un mini-museo de KISS con trajes originales de la banda, guitarras, o pósters de giras pasadas. Las colas para esta tienda fueron interminables durante todo el fin de semana y la mayoría del material se agotó en las primeras 24 horas.
Aún había más actividades kisseras repartidas por Manhattan, como una pizzería que vendía pizzas de KISS con la foto del grupo en la caja, o un estudio donde podías hacerte tatuajes gratis de KISS o maquillarte de forma profesional como cualquiera de los miembros del grupo.
Por la tarde la banda se dejó ver en las calles de Nueva York, primero en la tienda Swatch de Times Square para presentar una edición exclusiva de relojes dedicados a la banda (y que se agotó en pocas horas), y después en el mítico Empire State, que celebró el final de la banda cambiando los colores habituales de la antena para sustituirlos por los colores de los miembros de KISS y hacer un juego de luces al son de Rock and Roll All Nite.
También cambiaron su color los taxis de la ciudad, sustituyendo el tradicional amarillo por una decoración llameante con fotos de la banda.
Esa noche jugaba en el Garden el equipo de hockey sobre hielo de la ciudad, los NY Rangers, quienes se sumaron al homenaje a KISS con unas camisetas especiales dedicadas al grupo y haciendo sonar Rock And Roll All Nite durante el descanso…y a todo esto, todavía faltaban por llegar los conciertos!
El día 1 de diciembre era el señalado para el primero de los dos conciertos finales de KISS, y ese día la armada kissera española tuvo un gran protagonismo al celebrar en el Hard Rock Café de Times Square una de fiesta en la que más de 300 fans de todo el mundo celebraron por todo lo alto el primero de los conciertos de despedida.
Y pasamos ya a los conciertos. A pesar de que la mayoría de los fans soñaba con la presencia de alguno de los antiguos componentes de la banda, y a que el primer día se pudo ver por el por los pasillos del pabelló al manager de Ace Frehley, lo cual generó muchos rumores, no hubo sorpresas. Se ve que más allá de polémicas no quería perderse los últimos conciertos de la banda, al igual que otros músicos que siempre han señalado a KISS como referencia y que estaban disfrutando en las primeras filas como Sebastian Bach o John 5.
Sí vimos un show escénico mucho más espectacular que el vivido hace pocos meses en Europa. Si en Cartagena llevaban seis pods (las pantallas poligonales que colgaban del techo y rodeaban al escenario), en Nueva York contamos hasta diecinueve, una pantalla trasera de gran tamaño y un despliegue de luces brutal, que se prolongaba en las gradas con unas pulseras luminosas que tenía cada asistente en su asiento y que se encendían y cambiaban de color en función de la iluminación del escenario, de modo que todo el pabellón formaba parte del espectáculo. Se añadieron más plataformas elevadoras y dos grandes grúas que transportaron a Gene Simmons y Tommy Thayer por encima del público durante Rock and Roll All Nite.
Respecto a lo musical la banda se mostró en el gran estado de forma que vimos en Cartagena en verano, con un Gene Simmons pletórico en lo vocal y Paul Stanley con las limitaciones de los últimos años, pero que sustituye con un estado de forma físico envidiable y una comunión con los fans que sólo los grandes frontman del rock and roll pueden tener. Y del sonido en el Madison Square Garden, simplemente decir que rozó la perfección desde el primer minuto del show.
El setlist en ambos conciertos fue el habitual de la gira, repasando los grandes éxitos de todas las épocas de la banda, abriendo con Detroit Rock City mientras la banda descendía del techo entre pirotecnia y llamaradas, para continuar la traca inicial con Shout it Out Loud y el clásico Deuce de su disco debut. War Machine inaugura un trío de temas de los ochenta, seguido de Heaven’s on Fire y I love it Loud, con Gene escupiendo fuego al final de la canción.
Say Yeah fue la elegida como representante de los últimos discos de la banda y dio paso a un momento de cierto descanso (especialmente para Gene Simmons) con el solo de guitarra de Tommy Thayer después de Cold Gin, y el duelo de guitarras entre Tommy y Paul Stanley en mitad de Lick it up (con homenaje a The Who incluido).
Doble sesión del disco Rock and Roll Over con Dr. Love y Makin Love, con la pantalla gigante enmarcada en el círculo en sierra característico de la portada del disco, y después un salto de veinte años hasta el disco de reunión de los miembros originales, Psycho Circus, tema que dio paso al solo de Eric Singer y que posteriormente se fusiona y transforma en el clásico 100.000 years al más puro estilo KISS Alive!
Turno para Gene y su solo de bajo regado de sangre para interpretar God Of Thunder desde lo alto del escenario, y a partir de aquí la traca final: Love Gun y I was Made For Lovin You con Paul haciendo el número de la tirolina para cantar en la plataforma al otro lado del pabellón, momento en el que nos recordó sus inicios, cuando él era taxista y llevaba a la gente al Madison Square Garden a ver a Elvis y él les decía: algún día tocaré aquí con mi banda. También recordó su primer concierto en el Garden, viendo desde el escenario dónde estaba sentada su familia y la de Gene. Black Diamond supuso el primer final del show con la batería elevándose entre la pirotecnia, dejando ver los gatos que todos recordamos del interior del Alive II.
Breve retirada de la banda para reaparecer Eric Singer sentado al piano interpretando Beth. Ya con todo el grupo en el escenario, Do you Love Me da paso al gran final con Rock and Roll All Nite y la fiesta de confeti, globos, pirotecnia, fuego, plataformas, destrozo de guitarras (en el último concierto Paul hizo añicos su Flying V en lugar de las Ibanez habituales) y un último good night que ponía fin a 50 años de historia del rock and roll…y que daba inicio a una nueva era, pues al terminar el último concierto, las pantallas del escenario se volvieron a encender para presentar los avatares digitales de KISS interpretando God Gave Rock and Roll to You, y que están llamados a perpetuar el legado de la banda.
Hubo una sorpresa final en forma de ticket de oro conmemorativo del concierto al que pudieron acceder unos pocos y afortunados fans al más puro estilo Williy Wonka.
En definitiva, una despedida de altura para una de las bandas de referencia en la historia del rock. You wanted the best, you got the best.
Texto: Luis J. Treviño
Fotos: Luis J. Treviño y Pablo Guiroy
Esta crónica se publicó también en Mariskal Rock: https://mariskalrock.com/actualidad/cronica-de-kiss-en-nueva-york-el-final-del-camino/