Han pasado cuatro años desde aquella “Gira Ibérica” de cuatro fechas en España y una en Portugal, en la que KISS sembró serias dudas acerca de su continuidad como banda de giras. Y digo como banda de giras porque ha quedado claro que, aunque no habrá nueva música bajo el nombre de KISS, la banda continuará.
El fin de las giras no trae consigo necesariamente el fin de la banda. Ahí están los cruceros temáticos, las residencias en Las Vegas, las reediciones del catálogo discográfico y el merchandising. Pero… mirando atrás con la perspectiva que da el paso del tiempo:
¿Era KISS una banda acabada en 2018?
Sin duda el paso de KISS por España en 2018 dejó un sabor agridulce entre los fans de la banda. El estado vocal de Paul Stanley era lamentable y si bien contaba con la comprensión del seguidor fiel conocedor de los momentos de gloria pasados de Starchild, no se puede decir lo mismo de algunas crónicas en prensa escrita que no dudaron en tratar con dureza a Paul y a KISS en sus actuaciones en los festivales de Barcelona y Viveiro. No fueron pocos, tanto afines como no afines, los que abogaban por una retirada definitiva de los escenarios y hablaban de “falta de dignidad”.
Ni siquiera Madrid, plaza fuerte de KISS en España desde 1997, respondió con un lleno a la convocatoria de julio de 2018. La carrera de la banda había experimentado un resurgir a partir de la gira europea de 2008 y la publicación de Sonic Boom y Monster, con sus correspondientes giras y escenarios creados para la ocasión que seguían siendo lo mismo pero con elementos novedosos. A partir de 2015 el grupo se instaló en la rutina sin disimulo alguno. Con una producción escénica “normalita” para lo que se espera de KISS y la voz de Paul Stanley cada vez más deteriorada, la banda seguía girando a nivel mundial con buenos resultados gracias a una inercia que terminaría por apagarse en España en 2018.
Después del “tour ibérico” de 2018, quedaba claro que si KISS querían retirarse a lo grande, dejando el listón a la altura de su leyenda, era necesario un golpe de timón.
El golpe de timón debía de articularse en dos movimientos clave. Uno de ellos debía traer consigo un show escénico que, fiel a su esencia, fuera capaz de epatar a propios y extraños. El otro movimiento tenía que poner solución al problema vocal de Paul.
El deterioro vocal de Paul de los últimos quince años ha eclipsado, injustamente, las demás virtudes del propio Paul y del resto de la banda. Starchild no ha dejado de mostrar una forma física y aspecto envidiables sea cual sea la edad con la que se quiera establecer la comparación, manteniendo intactas sus capacidades como showman y maestro de ceremonias. La profesionalidad, buen hacer y compromiso de Eric Singer y Tommy Thayer son indiscutibles (y más indispensables de lo que muchos creen) y qué vamos a decir de Gene Simmons que merece mención especial.
Para su gira “End of the Road” KISS salieron a la carretera en 2019 con un show de altura. Atrás quedaron los shows low cost de 2018. Se mantienen la esencia y los “trucos clásicos” pero con un sistema de iluminación y vídeo de primerísimo nivel apoyados por un despliegue pirotécnico propio de cualquier fiesta patronal de la comunidad valenciana. A todo esto se le suma una ilusión y energías renovadas por parte de la banda y también, todo hay que decirlo, del público. Los primeros planos en pantalla gigante mostrando muecas y guiños al público, las poses, tanto las ensayadas como las espontáneas, los gestos de complicidad entre los miembros del grupo, la retroalimentación de energía entre escenario y auditorio… son parte del show de KISS y lo hacen más grande.
Por otro lado está el tema de la voz de Paul, tema no exento de polémica.
En la actualidad KISS tocan en directo sobre una pista ”click” para que las pistas de voz de Paul y algunos coros que van pregrabados salgan disparados en el momento preciso. También escuchan por auriculares el conteo de un asistente para poder sincronizar música y efectos.
Quizás KISS no hayan ensayado tanto en su vida y es que la sincronización con el metrónomo es fundamental para no poner de manifiesto “el truquillo”, como ya ocurriera en Amberes en Detroit Rock City y en Madrid en la misma canción y en “Tears Are Falling”. En el caso de Madrid, la entrada tarde de Eric Singer en Detroit provocó la desincronización de pistas en el primer estribillo de la canción, reacoplándose la banda en la segunda estrofa. En cuanto Paul encaró el micrófono en la parte que canta sin backing track dirigió la mirada al asistente advirtiendo del contratiempo que se avecinaba y de hecho cantó casi toda la canción sin “ayuda”.
El tema del uso de backing tracks vocales de Paul ha sido motivo de críticas y todo tipo de salseos en redes sociales y medios de comunicación que, lejos de ayudar a difundir cierto conocimiento de la música, contribuye a crear confusión entre usar backing tracks y hacer un concierto íntegro en play-back. El simultanear la interpretación de música en directo con pistas disparadas lleva haciéndose décadas, no se ha inventado para KISS. Quizás el que algunos se rasguen las vestiduras tiene que ver con el hecho de KISS en el pasado hayan sido críticos con estas prácticas.
Pero tanto hablar de los backing tracks de Paul no ha de empañar su brillo en el escenario y la pasión y entrega que manifiesta durante todo el show. Un amigo me comentaba que lo que más le admiraba era la pasión que ponía la banda al tocar esas canciones, pese a haberlo hecho miles de veces. Es innegable que transmiten un sentimiento de diversión.
No nos olvidemos de Tommy Thayer y de Eric Singer. Aunque muchos estén molestos por el uso que están haciendo de los maquillajes de Ace Frehley y Peter Criss, hay que afrontar las cosas con objetividad. La formación actual lleva junta de manera ininterrumpida más de dieciocho años y Tommy y Eric son empleados de una banda de rock, una empresa a fin de cuentas, y están ocupando el puesto que otros no quisieron o del que fueron despedidos. La solvencia y profesionalidad de “los nuevos” queda fuera de toda duda.
También queda fuera de toda duda, al menos para mí, que si hay alguien que está brillando con luz propia en esta gira de despedida es Gene Simmons. Es más, me voy a mojar y decir que el Gene Simmons que vi en Newcastle en 2019 y en Barcelona y Madrid en 2022 es el mejor de la historia de la banda. Apisonadora, tanque de la Segunda Guerra Mundial, bestia parda, son algunos de los apelativos que se oyen por parte de la parroquia kissera a la hora de referirse a nuestro demonio favorito. Su bajo nunca sonó tan poderoso y a la vez nítido como ahora, y por su voz de trueno el tiempo ha pasado dejando un poso de profundidad y poderío a partes iguales. Su presencia escénica es más imponente que nunca y, pese a la lentitud que imponen sus casi setenta y tres años, los cincuenta años de oficio manifiestan el dominio del personaje y las tablas.
Gene se mantuvo en un segundo plano (elegido) durante los años desenmascarados e incluso en los años que siguieron a la Reunión y la vuelta al maquillaje, Paul siempre estuvo un paso por delante en el escenario. Durante los años del deterioro vocal de Paul, Gene se mantuvo como apuesta segura pero en segundo plano hasta que algo hizo clic en este tour de despedida y el Demonio se manifestó en su máximo esplendor. No es que el mayor protagonismo de Gene sea consecuencia de un menor brillo de Paul, simplemente Gene tenía a la bestia guardada en su interior y un día la liberó.
El reciente paso de KISS por España ha dejado un magnífico sabor de boca entre los fans y el sentimiento unánime de que esta vez ha merecido la pena. En Barcelona, ante un público no exclusivamente fan, rindieron un gran concierto y un gran espectáculo cosechando buenas críticas y una buena reacción del público. El concierto que KISS ofreció en Barcelona en 2022 alejaba el recuerdo del ofrecido en 2018.
¿Y de Madrid qué?
El púbico de Madrid, que es el público de muchos sitios, es un público especial y supo transmitir a los KISS desde antes siquiera que empezase el concierto que se les quería, que se les esperaba, que nos debían el gran concierto que no nos brindaron en 2018, que eran los KISS y que su obligación era abrir el concierto dejando con la boca abierta a propios y extraños y cerrarlo dejando al público epatado.
KISS han reconectado con su público, los recintos están repletos, los fans siguen haciendo todo tipo de encajes para poder verlos en diferentes países y sus conciertos son motivo de alegría y excusa perfecta para el reencuentro de amigos de geografías varias.
Después de treinta y dos meses con las entradas de Madrid guardadas en un cajón, la espera mereció la pena. Fueron casi dos horas repletas de felicidad de las que disfrutamos los fans y la propia banda. El objetivo se había cumplido y la magia estaba de vuelta.
Ricardo Martínez Humanes
Vaya desde aquí mi reconocimiento más sincero al staff de KISS ARMY SPAIN por su encomiable labor. Mauricio, Alex y Javier es un honor contar con vuestra amistad.
Crónica y fotos: Ricardo Martínez Humanes (KISS ARMY SPAIN)